Solía pensar que el amor era estar con alguien con quien te sientas bien y dar todo por esa persona. Que era estar enamorada, y luchar con todas tus fuerzas por el día a día de la relación. Hasta que te conocí, y supe que el amor era otra cosa. Es levantarse cada mañana sabiendo que hay alguien ahí para agarrarte la mano y acompañarte, caminar juntos. Amor es ese dar y recibir, es un despertar al lado tuyo y que me regales tu primer sonrisa de la mañana. Amor es. . . esos pequeños detalles, esas pequeñas cosas. Es ir juntos por la vida, sin necesidad de esforzarse por dar algo, sin reclamos, sin pedidos. Es un fluir de amor constante. Es ser yo misma frente a vos, mostrar mis partes de luz y de oscuridad, no ocultar nada, no avergonzarme, llorar, reír, y ambas a la vez, sabiendo que vos me entendes y me vas a seguir queriendo pase lo que pase, sin importar lo estúpida que estoy actuando en ese momento, sin importar mis berrinches y enojos. Es enojarse y no mirarse a la cara y comenzar a reír cuando nuestros ojos hacen contacto. No poder estar peleados ni por dos segundos porque nos largamos a reír y a hablar como si nada hubiera pasado. Vos me enseñaste todas esas cosas. Que estar celosa es innecesario, por todo lo que haces por mí y me lo probas día a día. . . aunque en esos momentos me nuble y no piense otra cosa. Y aunque estemos en un tira y afloje por orgullosos, terminamos pidiendo perdón los dos, porque nos queremos. Hoy no puedo decir más que gracias por amarme. Ya te dije que encontré la persona que quería para mí. Te amo . . . infinito.
Pam .
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