martes, 22 de julio de 2014

"Hay infinitos más grandes que otros infinitos"



"Lo entendía, pero eso no evitaba que lo extrañara, que pensara que quizás estaba perdiendo mi última oportunidad de verlo y de despedirme de él. 



Parecía una eternidad, como si hubiéramos estado juntos una breve pero infinita eternidad. Hay infinitos más grandes que otros infinitos."




A metaphor

Augustus Waters se volvió hacia mi.
- Literalmente - me dijo.
- ¿Literalmente? - le pregunté
- Estamos literalmente en el corazón de Jesús - añadió -. Pensaba que estábamos en el sótano de una iglesia, pero estamos literalmente en el corazón de Jesús.
- Alguien debería informar a Jesús - le comenté -. Vaya, puede ser peligroso almacenar en el corazón a niños con cancer.
- Se lo diría yo mismo - dijo Augustus -, pero por desgracia estoy literalmente encerrado dentro de su corazón, así que no podrá oirme. 
Me reí, y él sacudió la cabeza sin dejar de mirarme.
- ¿Qué pasa? - le pregunté
- Nada - me contestó
- ¿Por qué me miras así?
Augustus esbozó una media sonrisa.
- Porque eres linda. Me gusta mirar a las personas lindas, y hace un tiempo decidí no privarme de los sencillos placeres de la vida.
Se quedó un momento en un incómodo silencio.
- Bueno - siguió diciendo - sobre todo teniendo en cuenta que, como bien has comentado, todo esto acabará en el olvido.
Me reí, o suspiré, o lancé una especie de bufido parecido a la tos.
- No soy lin... - empecé a decir.
- Te pareces a Natalie Portman, a la Natalie Portman de V de vendetta.
- No la he visto - le dije.
- ¿En serio? - me preguntó - A una preciosa chica de pelo corto no le gusta la autoridad y no puede evitar enamorarse de un chico que sabe que es problemático. Hasta aquí, parece tu biografía.
Estaba claro que estaba ligando. Y la verdad es que me volvía loca. Ni siquiera sabía que los chicos podían volverme loca, quiero decir en la vida real.
(...)
La conversación parecía haber terminado
- Bueno - añadí señalando ligeramente con la cabeza los escalones que nos conducían literalmente al exterior del corazón de Jesús.
Incliné el carrito para que se apoyada en las ruedas y empecé a andar. Él cojeó a mi lado.
- Nos vemos el próximo día, ¿no? - le pregunté.
- Tienes que verla. V de vendetta, digo.
- De acuerdo - le contesté - la buscaré.
- No. Conmigo. En mi casa - me dijo-. Ahora.
Me detuve.
- Casi no te conozco, Augustus Waters. Podrías ser un asesino en serie.
Augustus asintió.
- Tienes razón, Hazel Grace.
(...)
Augustus Waters se metió la mano en un bolsillo y sacó un paquete de cigarrillos, nada menos. Lo abrió y se colocó un cigarrillo entre los labios.
- ¿Estás loco? - le pregunté - ¿Te crees muy canchero? Vaya, ya has mandado la historia a la mierda.
- ¿Qué historia? - me preguntó volviéndose hacia mi muy serio.
El cigarrillo, sin encender, colgaba de la comisura de sus labios.
- La historia de un chico que no es feo, ni tonto, ni parece tener nada malo, que me mira, me señala usos incorrectos de la literalidad, me compara con una actriz y me pide que vaya a ver una película a su casa. Pero claro, siempre tiene que haber una hamartía, y la tuya es que aunque tienes un puto cáncer, das dinero a una empresa a cambio de la posibilidad de tener más cáncer, carajo. Te aseguro que no poder respirar es una puta mierda. Totalmente frustrante. Totalmente.
- ¿Una hamartía? - me preguntó
El cigarrillo, todavía en sus labios, le tensaba la mandíbula. Desgraciadamente, tenía una mandíbula preciosa.
- Un error fatal - le aclaré apartándome de él.
(...)
- Los cigarrillos no te matan si no los enciendes. - me dijo mientras mi madre se acercaba a la orilla. - Y nunca he encendido ninguno. Mira, es una metáfora: te colocas el arma asesina entre los dientes, pero no le concedes el poder de matarte.
- Una metáfora - añadí dudando.
Mi madre ya estaba esperándome.
- Una metáfora - me repitió.
- Decides lo que haces en función de su connotación metafórica...- le contesté.
- Por supuesto - me contestó con una sonrisa de oreja a oreja -. Soy un gran aficionado a las metáforas, Hazel Grace.
Me giré hacia el coche y di unos golpecitos en la ventanilla, hasta que bajó.
- Voy a ver una película con Augustus Waters - le dije a mi madre -. Grábame los siguientes capítulos del maratón del reality, por favor.




Augustus Waters manejaba pésimo. Tanto si estábamos parados como si avanzábamos, no dejábamos de rebotar. Yo iba volando contra el cinturón de seguridad de su Toyota con cada frenada, y la nuca me salía despedida hacia atrás cada vez que aceleraba. Debería haber estado nerviosa - iba en el coche de un extraño, camino de su casa, y era perfectamente consciente de que mis pulmones de mierda no iban a permitirme grandes esfuerzos para evitar que se propasara - pero manejaba tan absolutamente mal que no podía pensar en otra cosa.

"Todo el mundo debería tener amor verdadero, y debería durar como mínimo toda la vida"

- Le he dicho "siempre" hoy, varias veces, "siempre, siempre, siempre", pero ella seguía hablando sin decírmelo. Era como si ya me hubiera marchado, ¿sabes?. "Siempre" era una promesa. ¿Cómo puedes romper una promesa y quedarte tan campante?
- A veces la gente no es consciente de lo que está prometiendo - añadí.
Isaac me lanzó una mirada.
- Claro, por supuesto, pero aún así mantienes la promesa. Eso es el amor. El amor es mantener las promesas pase lo que pase. ¿No crees en el amor verdadero?
No contesté, porque no sabía que contestar, pero pensé que si el amor verdadero existía, la suya era una buena definición.
-Bueno... yo sí creo en el amor verdadero - continuó Isaac - Y la quiero. Y me lo prometió. Me prometió que sería para siempre.

Kiss me like you wanna be loved.

- Augustus Waters - le dije.
Alcé la mirada hacia él y pensé que no estaba bien besar a alguien en la casa de Ana Frank, pero luego pensé que, al fin y al cabo, Ana Frank besó a alguien en la casa de Ana Frank, y que seguramente nada le habría gustado más para su casa que verla convertida en un lugar en el que jóvenes irreparablemente destrozados se abandonan al amor. 
(...)
Nos besamos. Solté el carrito del oxígeno y la pasé la mano por la nuca, y él me alzó por la cintura hasta dejarme en puntas de pie. Cuando sus labios entreabiertos rozaron los míos, empecé a sentir que me faltaba la respiración, pero de una manera nueva y fascinante. El mundo que nos rodeaba se esfumó, y por un extraño momento me gustó realmente mi cuerpo. De pronto, aquel cuerpo destrozado por el cáncer que llevaba años arrastrando parecía merecer la batalla, los tubos en el pecho, las cánulas y la incesante traición de los tumores.
El beso se prolongó mientras Otto Frank seguía hablando detrás de mi.
Me di cuenta de que tenía los ojos cerrados y los abrí. Augustus estaba mirandome, sus ojos azules más cerca de mí que nunca, y detrás de él una multitud había formado a nuestro alrededor una especie de grueso corro. Pensé que estarían enfadados. Horrorizados. Estos jovencitos y sus hormonas, fajando debajo de un vídeo que reproducía la voz quebrada de un padre que había perdido a sus hijas.
Me separé de Augustus, que me dio un beso en la frente mientras yo miraba fijamente mis converse. Entonces empezaron a aplaudir. Toda aquella gente, aquellos adultos, empezó a aplaudir, y alguien gritó "¡Bravo!" con acento europeo. Augustus se inclinó hacia adelante con una sonrisa. Yo, riéndome, hice una ligera reverencia justo cuando volvía a estallar un aplauso.

I'm a granade

Por supuesto que me puse tensa cuando me tocó. Estar con él suponía inevitablemente hacerle daño. Y eso fue lo que sentí cuando se acercó a mi, como si estuviera ejerciendo violencia sobre él, porque la ejercía. 
Decidí mandarle un mensaje. Quería evitar hablar con él sobre el tema.
Hola, en fin, no sé si lo entenderás, pero no puedo besarte ni nada de eso. No doy por hecho que tú quieras, pero yo no puedo.
Cuando intento mirarte en ese sentido, sólo veo los problemas que voy a causarte. Quizás no lo entiendes.
En fin, lo siento.
Me respondió a los pocos minutos.
Okay.
Le contesté.
Okay.
Me respondió:
¡Caramba, deja de coquetear conmigo!
Me limité a escribir:
Okay.
Mi teléfono zumbó al momento.
Era broma, Hazel Grace. Lo entiendo (Pero los dos sabemos que "okay" es una palabra para levantar. Okay rebosa sensualidad)
Estuve tentada a volver a responderle "okay", pero me lo imaginé en mi funeral, y eso me ayudó a escribir lo que debía.
Lo siento.

Me gustaba Augustus Waters. Me gustaba mucho, mucho, mucho. Me gustaba que hubiera terminado su historia nombrando a otra persona. Me gustaba su voz. Me gustaba que hubiera lanzado tiros libres existencialistas. Me gustaba que fuera profesor titular en el Departamento de Sonrisas Ligeramente Torcidas y que compaginara ese puesto con el profesor del Departamento de Voces Que Hacen Que Mi Pïel Se Sienta Piel. Y me gustaba que tenga dos nombres. Siempre me han gustado las personas con dos nombres, porque tienes que decidir cómo las llamas. ¿Augustus o Gus? Yo siempre había sido Hazel y sólo Hazel.

jueves, 17 de julio de 2014

But if I never get to heaven, will you find a way to me?

Sabía por qué no me había dicho nada, por supuesto: por la misma razón por la que yo no quise que me viera en la terapia intensiva. No podía enfadarme con él ni por un segundo, y solo ahora que amaba a una granada entendí que era una tontería intentar salvar a los demás de mi inminente fragmentación. No podía dejar de amar a Augustus Waters. Y no quería.
- No es justo - le dije -. Es una injusticia de mierda.
- El mundo no es una fábrica de conceder deseos - me respondió.
Y de pronto se derrumbó, solo un momento, y su llanto rugió de impotencia como un trueno que no ha estado precedido por un relámpago, con la terrible ferocidad que los que no conocen el sufrimiento podrían confundir con la debilidad. Tiró de mí hasta que nuestras caras casi se rozaron. 
- Lucharé. Lucharé por ti. No te preocupes por mí, Hazel Grace. Estoy bien. Encontraré la manera de aguantar y seguir dandote lata mucho tiempo.
Yo lloraba. Pero aún en aquellos momentos Augustus era fuerte. Me abrazaba con tanta fuerza que veía los potentes músculos de sus brazos alrededor de mi cuerpo.
- Lo siento - añadió - Todo irá bien. Para ti y para mí. Lo prometo.
Y esbozó su sonrisa torcida.
Me besó en la frente y sentí que su poderoso pecho se desinflaba un poco.
- En fin, supongo que cometí una hamartía.

Okay

-Lo siento - le dije - lo siento de veras.
- No pasa nada, Hazel Grace. Pero que quede claro que cuando creí ver el fantasma de Caroline Mathers en el grupo de apoyo, no me alegré tanto. Te miraba, pero no sentía añoranza, no sé si me entiendes.
Se sacó el paquete del bolsillo y metió el cigarrillo.
- Lo siento - repetí.
- Yo también - respondió él.
- No quiero hacerte algo así nunca - le dije.
- Bueno, no me importaría, Hazel Grace. Sería un privilegio que me rompieras el corazón.

H&G

Abrí la puerta. Augustus llevaba un traje negro de solapas estrechas, perfectamente a la medida, con una camisa azul claro y una corbata fina de color negro. De un extremo de su boca seria colgaba un cigarrillo.
- Hazel Grace, estás preciosa - me dijo


- Yo... - balbuceé.
Pensaba que el resto de la frase surgiría del aire que atravesaba mis cuerdas vocales, pero no fue así.
- Me siento casi desnuda - dije por fin.
- No seas anticuada - me dijo sonriéndome desde su altura.

(...)
Augustus tomó su copa y la alzó. Yo tomé la mía, aunque nunca había bebido más que algún sorbo de la cerveza de mi padre.
- Okay - me dijo.
- Okay - le respondí.


Chocamos las copas y di un sorbo. Las diminutas burbujas se fundieron en mi boca y tomaron rumbo al norte, hacia el cerebro. Era dulce, crujiente y delicioso.
- Está buenísimo - dije - nunca había bebido champán.
Apareció un jóven camarero robusto de pelo rubio ondulado. Era quizás más alto que Augustus. 
- ¿Saben lo que dijo Don Pérignon después de inventar el champán? - nos preguntó con un bonito acento.
- No - le contesté.
- Gritó a sus compañeros monjes: "Venid corriendo. Estoy degustando las estrellas". Bienvenidos a Amsterdam. ¿Quieren que le traiga la carta o prefieren el menú del chef?
Miré a Augustus que me devolvió la mirada.
- El menú del chef suena muy bien, pero Hazel es vegetariana.
Se lo había dicho a Augustus solo una vez, el día en que nos conocimos.
- No hay problema - dijo el camarero.
- Fantástico. ¿Y puede traernos más de esto? - le preguntó Augustus señalando el champán.
- Por supuesto - le contestó el camarero - Esta noche hemos embotellado todas las estrellas, jovencitos. ¡Ay, el confeti! - exclamó apartando delicadamente una semilla de mi hombro desnudo.- Hacía años que no había tanto. Está por todas partes. Es muy molesto.
El camarero desapareció. Observamos el confeti descendiendo del cielo, saltando por el suelo empujado por la brisa y cayendo al canal.
- Cuesta creer que a alguien pueda parecerle molesto - comentó Augustus.
- La gente se acostumbra a la belleza.
- Pues yo todavía no me he acostumbrado a ti - me contestó sonriendo.
Sentí que me ruborizaba.
- Gracias por venir a Amsterdam - me dijo.
- Gracias por dejar que te robara el deseo - le dije yo.
- Gracias por llevar ese vestido. Es... ¡guau!
Sacudí la cabeza e intenté no sonreir. No quería ser una granada. Pero estaba claro que Augustus sabía lo que hacía, y quería hacerlo.

I'm in love with you ♥

- Lástima. Tenía ganas de poesía. ¿No te sabes ningún poema de memoria?
- "Vamos entonces tú y yo" - empecé nerviosa - "cuando el atardecer se extiende contra el cielo / como un paciente anestesiado sobre una mesa"
- Más despacio - me dijo.
Me daba verguenza, como la primera vez que le hablé de Un dolor imperial.
- Okay, okay. " Vamos, por ciertas calles medio abandonadas, / los mascullantes retiros / de noches inquietantes en baratos hoteles de una noche / y restaurantes con serrín y conchas de ostras: / calles que siguen como una aburrida discusión / con intención insidiosa / de llevarnos a una pregunta abrumadora... / Ah, no preguntes "¿Qué es eso?". / Vamos a hacer nuestra visita"
- Estoy enamorado de ti - me dijo en voz baja.
- Augustus - dije yo.
- Lo estoy.
Me miraba fijamente, y yo veía cómo se le arrugaban las comisuras de los ojos.
- Estoy enamorado de ti, y no tengo ganas de privarme del sencillo placer de decir la verdad. Estoy enamorado de ti y sé que el amor es sólo un grito en el vacío, que es inevitable el olvido, que estamos todos condenados y que llegará el día en que nuestros esfuerzos volverán al polvo. Y sé que el sol engullirá la única tierra que vamos a tener, y estoy enamorado de ti.
- Augustus - repetí.
No sabía qué decir. Sentía como si todo en mí se elevara, como si me ahogara en una alegría extrañamente dolorosa, pero no pude decirle que también yo estaba enamorada de él. No pude responderle nada. Simplemente lo miré y dejé que me mirara hasta que sacudió la cabeza, con los labios fruncidos, se giró y se apoyó contra la ventana.

miércoles, 16 de julio de 2014

H&G

Oí abrirse la puerta corredera de vidrio detrás de mí. Me di vuelta. Era Augustus, que tenía unos pantalones caqui y una camisa a cuadros de manga corta. Me sequé la cara con la manga y sonreí.
- Hola - le dije.
Tardó un segundo en sentarse en el suelo a mi lado e hizo una mueca cuando se cayó de culo con poca gracia.
- Hola - me contestó por fin.
Lo miré. Él miraba el patio.
- Ahora lo entiendo - añadió al tiempo que me pasaba un brazo por encima de los hombros - son unas hamacas tristes de mierda.
Le di un golpecito en el hombro con la cabeza.
- Gracias por venir.
- Ya ves que intentar mantener las distancias conmigo no va a cambiar mis sentimientos.
- Lo imagino - le contesté.
- Todos tus esfuerzos por salvarme de ti fracasarán.
- ¿Por qué? ¿Por qué aun así te gustaría? ¿No has tenido ya bastante? - le pregunté.
Pensaba en Caroline Mathers.
Gus no me contestó. Me agarró con fuerza el brazo izquierdo.
- Vamos a hacer algo con las putas hamacas - me dijo - te aseguro que son el noventa por ciento del problema.
Cuando ya me hube recuperado, entramos y nos sentamos en el sofá cada uno al lado del otro, con la mitad de la laptop apoyada en su rodilla y la otra mitad en la mía.
- Qué caliente - dije al sentir la base del ordenador.
- Por fin - me contestó sonriendo.
Gus cargó la página Llévatelo Gratis y escribimos juntos un aviso.
- ¿Título? - me preguntó.
- Hamacas buscan hogar - le contesté.
- Hamacas desesperadamente solas buscan un hogar feliz - dijo él.
- Hamacas solitarias, vagamente apedofiladas, buscan culos de niños - dije yo.
Se rió.
- Es eso.
- ¿Qué?
- Lo que me gusta de ti. ¿Eres consciente de lo difícil que es conocer a una chica que inventa un participio del adjetivo "pedófilo"? Estás tan ocupada siento tú que no tienes ni idea de lo absolutamente original que eres.
Respiré hondo por la nariz. Nunca había suficiente aire en el mundo, pero su escasez era especialmente aguda en aquel momento,
(...)
Después encendimos un rato la tele, pero no encontramos nada que nos interesara, así que tomé "Un dolor imperial" de la mesita de noche, lo llevé al comedor y Augustus Waters leyó en voz alta para mí mientras mi madre, que estaba haciendo la comida, escuchaba.
- "El ojo de cristal de la madre miró dentro de sí" - empezó a leer Augustus.
Mientras leía, sentí que me enamoraba de él como cuando sientes que estás quedándote dormida: primero lentamente y de repente de golpe.

Hazel+Gus




-Sí. Me voy a dormir. Es casi la una.
-Okay - le contesté.
-Okay- me respondió.
Me dio la risa tonta y repetí "Okay". La línea se quedó en silencio, pero no se cortó. Casi sentía que estaba en la habitación conmigo, pero mejor, porque ni yo estaba en mi habitación ni él en la suya, sino que estábamos juntos en algún lugar invisible e indeterminado al que solo podía llegarse por teléfono.
- Okay - dijo después de una eternidad - Quizás "Okay" se convierta en nuestro "Siempre".
-Okay - añadí.
Al final colgó Augustus.

Gus


-Augustus, quizás te gustaría compartir tus miedos con el grupo.
-¿Mis miedos?
 - Sí
- Me da miedo el olvido.

Hazel/Gus



 Un chico me miraba fijamente. 
Estaba segura que no lo había visto antes. Como era alto y musculoso, la silla de plástico en la que estaba sentado parecía de juguete. Tenía el pelo color caoba, liso y corto. Parecía de mi edad, quizás un año más, y había pegado el culo al fondo de la silla, en una postura lamentable, con una mano medio metida en un bolsillo de sus jeans oscuros. 
Miré hacia otro lado, porque de pronto fui consciente de la cantidad infinita de imperfecciones. Tenía unos jeans viejos que alguna vez habían sido ajustados, pero que ahora me colgaban por todas partes, y una remera amarilla de un grupo de música que ya no me gustaba. En cuanto al pelo, lo llevaba cortado a lo paje, y ni siquiera me había molestado en cepillármelo. Además tenía los cachetes ridículamente inflados, como una ardilla, un efecto colateral del tratamiento. Parecía una persona de proporciones normales con un globo por cabeza. Eso por no hablar de los tobillos hinchados. Pero le lancé una mirada rápida y vi que sus ojos seguían clavados en mí.
Me pregunté por qué la gente lo llamaba "contacto" visual.
Me dirigí a la ronda y me senté al lado de Isaac, a dos sillas de distancia del chico. Volví a echar un vistazo, y seguía mirándome.
Les digo una cosa: estaba buenísimo. Si un chico que no está bueno te mira de arriba a abajo, en el mejor de los casos te sientes incómoda, y en el peor, agredida. Pero un chico que está bueno... en fin.
El chico seguía mirándome. Sentí que me ruborizaba.
Al final decidí que la mejor estrategia era mirarlo a él. Al fin y al cabo, los chicos no tienen el monopolio de las miradas. Así que lo observé detenidamente mientras Patrick comentaba por enésima vez que era impotente, etc, y enseguida la cosa se convirtió en una competición de miradas. Al rato el chico sonrió y desvió por fin sus ojos azules. Cuando volvió a mirarme, alcé las cejas para darle a entender que yo había ganado.

domingo, 13 de julio de 2014

Divergent ♥

- Casi mueres hoy - dice él - casi te disparo. ¿Por qué no me disparaste, Tris?
- No podía hacer eso - le digo - Hubiese sido como dispararme a mí misma.
Él se ve afligido y se inclina más hacia mí, de modo que sus labios rozan los míos cuando habla.
- Tengo algo que decirte- dice.
Paso mis dedos a lo largo de los tendones de su mano y lo miro.
- Puede que esté enamorado de ti - sonríe un poco - aunque, estoy esperando hasta estar seguro para decírtelo.
- Eso es sensible de tu parte- digo, sonriendo también -. Debemos encontrar un pedazo de papel para que puedas hacer una lista. o un gráfico, o algo.
Siento su risa en mi rostro, su nariz deslizándose a lo largo de mi mandíbula, sus labios presionándose detrás de mi oído.
- Tal vez ya estoy seguro - dice -, y simplemente no quiero asustarte.
Me río un poco - Entonces deberías saberlo mejor.
- Bien - dice él - entonces, te amo.
Lo beso mientras el tren se desliza dentro de una apagada e incierta tierra.




Somos como los Sin Facción ahora. No sé cómo será la vida ahora, separados de una Facción, se siente como estar desconectado, como la hoja separada del árbol que le da sustento. Somos criaturas de lo perdido; hemos dejado todo atrás. No tengo casa, no tengo un camino, y ninguna certeza.
Ya no soy más Tris, la egoísta, o Tris, la valiente. Supongo que ahora, tengo que ser cualquiera de las dos.



La gente se amontona en el vagón a mi alrededor, por lo que estamos en cuatro filas, hombro a hombro.




Y entonces ocurre algo peculiar: unos dedos se entrelazan con los míos, y una palma se presiona con mi palma. Tobías, sujetando mi mano.
Mi cuerpo entero se llena de energía. Aprieto su mano, y él me aprieta de regreso. Está despierto. Y estaba en lo cierto.



Quiero verlo, pero me obligo a permanecer quita y mantener los ojos adelante cuando el tren empieza a moverse. Él mueve su pulgar en un círculo lento en la palma de mi mano. Con la intención de consolarme, pero me frustra en su lugar. Tengo que hablar con él. Tengo que mirarlo.

Four/Six

Él se voltea hacia mí. Quiero tocarlo, pero tengo miedo de su desnudez, miedo de que él me haga desnudar también.
-¿Esto te está asustando, Tris?
-No -grazno, aclaro mi garganta- no realmente. Sólo... tengo miedo de lo que deseo.
-¿Lo que tú deseas?- luego su cara de tensa- ¿Yo?
Lentamente asiento.
Él asiente también y toma mis manos en las suyas gentilmente. Guía mis palmas hacia su estómago. 
Su mirada baja, empuja hacia arriba mis manos, sobre su abdomen y sobre su pecho, y las sostiene contra su cuello. Mis palmas sienten un hormigueo con la sensación de su piel, suave, caliente.
-Algún día...-dice- si tú aún me deseas, nosotros podemos...-se detiene, aclara su garganta- nosotros podemos...
Le sonrío un poco y envuelvo mis brazos alrededor de él antes de que termine, presionando un lado de mi cara contra su pecho. Siento el latido de su corazón contra mi mejilla, tan rápido como el mío.
-¿También me tienes miedo, Tobias?
-Aterrado - replica con una sonrisa.
Volteo y beso el hueco debajo de su cuello.
-Tal vez tú ya no estarás en la visión de mi miedo- murmuro.
Él flexiona su cabeza y me besa lentamente.
-Entonces todo el mundo podría llamarte Seis.
-Cuatro y Seis- digo.
Él me besa de nuevo, y esta vez, se siente familiar. Sé exactamente como encajamos juntos, su brazo alrededor de mi cintura, mis manos en su pecho, la presión de sus labios sobre los míos. Nos tenemos memorizados el uno al otro.

sábado, 12 de julio de 2014

FOUR&TRIS

Cuando él me tocasiento como si cada lugar donde su piel se encuentra con la mía cambia por la conexión. Envía un estremecimiento a través de mi estómago. No sólo miedo, algo más también. Un querer...
Él arranca la esquina de la  venda. Sus ojos vagan por el símbolo de Abnegación y sonríe.
-Tengo el mismo - dice, riendo - en mi espalda
- ¿En verdad? ¿Puedo verlo?
Él presiona la venda sobre el tatuaje y tira de la blusa por encima de mi hombro.
- ¿Estás pidiendo que me desvista, Tris?
Una risa nerviosa borbotea de mi garganta.
- Sólo... parcialmente.
Él asiente, su sonrisa repentinamente desvaneciéndose. Levanta su mirada hacia la mía y abre su sudadera. Se desliza de sus hombros y la lanza hacia la silla del escritorio. No me dan ganas de reír ahora. Todo lo que puedo hacer es mirarlo.
Sus cejas atraídas hacia el centro de su frente y agarra el dobladillo de su camiseta.
En un rápido movimiento, la tira por encima de su cabeza.
Un pedazo de flamas de Intrepidez cubre su lado derecho, pero aparte de eso, su pecho está sin marcas. Él aparta la mirada.
-¿Qué es? - pregunto, frunciendo el ceño. Él se ve... incómodo.
- No invito a varias personas para que me miren - dice- nadie, en realidad.
- No puedo imaginar la razón - digo suavemente- quiero decir, mírate.
Camino lentamente alrededor de él.
En su espalda hay más tinta que piel. El símbolo de cada facción está dibujado ahí; Intrepidez en la parte superior de su espalda, Abnegación justo debajo y las otras tres, más  pequeñas, debajo de ellas- Por unos pocos segundos miro las balanzas que representan sinceridad, el ojo que simboliza a Sabiduría y el árbol que simboliza a Concordia.

viernes, 11 de julio de 2014

Divergente

"-Basta
Cuatro da vuelta al cuchillo en su mano, sus dedos se mueven laboriosamente sobre el borde del metal. Él me da una mirada tan dura que siento como si me estuviera convirtiendo en piedra. Sé por qué. Soy una estúpida por hablar mientras que Eric está aquí; soy estúpida por hablar en absoluto. (No quiero que Eric se gire contra ella. La miro fijamente como si eso la va a hacer pensar dos veces. Sé que no lo hará. No soy tan estúpido)
- Cualquier idiota puede pararse frente a un objetivo - le digo - Esto no prueba nada, excepto que nos están intimidando, que, si mal no recuerdo, es un signo de cobardía.
(Brutos de Osadía, bravucones, niños de bajo nivel, eso es lo que somos, bajo los tatuajes y los piercings y la ropa negra. Quizás si soy tan estúpido. Tengo que dejar de pensar en ella de esa manera)
- Entonces, debe ser fácil para ti - dice Eric - si estás dispuesta a tomar su lugar. (Y luego sus ojos se mueven hacia los míos, por un segundo. Es como si él supiera, él sabe que siento algo por ella, así que él me obligará a lanzarle cuchillos. Por un instante, no más que un instante, pienso en lanzarle cuchillos a él, en cambio. Podría darle en el brazo, o en la pierna, sin hacer daño...)
-Ahí va tu cara bonita - murmura Peter - Oh, espera, no tienes una. (Apenas registro el comentario. Estoy muy ocupado observándola)
Puedo recuperar el equilibrio al caminar hacia Al. Él asiente hacia mí. Trato de sonreír alentadora, pero no puedo manejarlo. Estoy parada enfrente del tablero, y mi cabeza ni siquiera llegar al centro del blanco, pero no importa. Miro a los cuchillos de Cuatro: uno en la mano derecha, dos en la mano izquierda. (Se para con su espalda contra el tablero. El tope de su cabeza roza el final del centro del blanco. Así que levanta el mentón y me mira con esa terqueza de Abnegación que conozco tan bien. Quizás los haya abandonado, pero ellos son lo que la mantienen fuerte. No puedo decirle que todo estará bien, no con Eric aquí, pero puedo tratar de hacerla más fuerte)
Mi garganta está seca. Trato de tragar y luego ver a Cuatro. Él nunca es descuidado. Él no me va a golpear. Voy a estar bien.
Levanto el mentón. No me inmuto. Si me acobardo, le pruebo a Eric que no es tan fácil como yo dije que era: pruebo que soy una cobarde.
-Si te acobardas - dice Cuatro, despacio, con cuidado - Al ocupa tu lugar, ¿entendido? (Eric se para un poco muy cerca, golpeando su pie contra el suelo. Tengo que acertar esto. No puedo tirar el cuchillo a la punta del tablero, porque él sabe que puedo darle al centro. Pero un tiro torpe, un centímetro en cualquier dirección, podría herirla. Ahí va tu cara bonita. Pero Peter está en lo correcto, ella no es bonita, esa palabra es muy pequeña. Ella no es como el resto de las chicas que solía mirar, todas con curvas y suavidad. Ella es pequeña, pero fuerte, y sus fuertes ojos demandan atención. Mirarla es como despertar.)
Asiento.
Los ojos de Cuatro todavía están en los míos cuando levanta la mano, pone el codo hacia atrás y tira el cuchillo. Es sólo un instante en el aire, y luego escucho un ruido sordo. El cuchillo se entierra en el tablero, a centímetros de mi mejilla. Cierro los ojos. Gracias a Dios. (Lanzo el cuchillo, manteniendo mis ojos en los de ella. Se pega en el tablero, cerca de su mejilla. Mis manos tiemblan con alivio. Sus ojos se cierran, así que sé que tengo que recordarle de nuevo su desinterés)
- ¿Estás cerca de terminar, Estirada? - pregunta Cuatro (Estirada. Por eso eres fuerte, ¿lo entiendes?)
Recuerdo los ojos de Al y sus tranquilos sollozos por la noche y niego con la cabeza - No. (Ella luce enojada)
- Ojos abiertos, entonces - Él golpea el espacio entre las cejas. (Realmente no necesito tener mis ojos sobre los de ella, pero me siento mejor así. Respiro el olor de polvo, sudor y metal y paso el cuchillo de mi mano izquierda a la derecha. Eric a centímetros más cerca. Mi vista de la habitación se estrecha alreedor de la parte de su cabello, y lanzo cuando exhalo. Escucho a Eric detrás de mí - Ummm - es todo lo que dice.)
Lo miro, presionando mis manos a los costados para que nadie pueda verlas temblar. Él pasa un cuchillo de su mano izquierda a su mano derecha, y no veo nada más que sus ojos mientras el segundo cuchillo da en el blanco sobre mi cabeza. Este está más cerca que el anterior, se siente como se cierne sobre mi cabeza.
- Vamos, Estirada - dice él - Vamos a dejar a alguien más pararse allí y tomarlo.
¿Por qué está tratando de incitarme a renunciar? ¿Quiere que yo falle?
- ¡Cállate,  Cuatro! (Y quiero gritarle que estoy tan frustrado como ella, con un buitre de Sabiduría analizando cada uno de mis movimientos, buscando mis puntos débiles para poder golpearlos tan fuerte como pueda. Escucho ese "Ummm" de nuevo y no estoy seguro si fue Eric o mi imaginación, pero sé que tengo que convencerlo que ella es sólo otra iniciada para mí, y tengo que hacerlo ahora. Tomo una bocanada de aire, y tomo una decisión rápida, mirando la punta de su oreja, el cartílago que sana rápido. El miedo no existe. Mi corazón latiendo, pecho ajustado, y palmas sudorosas no existen. Lanzo el cuchillo y desvío la mirada cuando hace una mueca por el dolor, demasiado aliviado para sentirme mal por herirla. Lo hice.)
Aguanto la respiración mientras él pone el cuchillo por última vez en su mano. Veo un brillo en sus ojos mientras tira el brazo hacia atrás y deja al cuchillo volar. Viene directamente a mí, girando, hoja sobre el mango. Mi cuerpo se pone rígido. Esta vez, cuando llega al blanco, me arde la oreja, y la sangre me hace cosquillas en la piel. Me tocó la oreja. Me cortó.
Y a juzgar por la mirada que me da, lo hizo a propósito.
- Me encantaría quedarme y ver si el resto de ustedes es tan atrevido como ella - dice Eric, su voz suave, pero creo que es suficiente por hoy. (Luego me susurra -Bueno. Eso debería asustarlos, eh-. Pienso, espero, que eso signifique que ya no sospecha de mí)
Me aprieta el hombro. Sus dedos se sienten secos y fríos, y la mirada que me da me reclama, como si estuviera tomando posesión de lo que hice. No devuelvo la sonrisa a Eric. Lo que hice no tenía nada que ver con él.
- Debo mantener mis ojos en ti - añade él. (Veo correr la sangre bajo su oreja hasta su cuello y me siento enfermo)
El miedo crece dentro de mí, en mi pecho y en mi cabeza y en mis manos. Me siento como si la palabra "Divergente" fuera una marca en la frente, y si él me mira el tiempo suficiente, va a ser capaz de leerlo. Pero sólo levanta la mano de mi hombro y sigue caminando.
Cuatro y yo quedamos atrás. Espero hasta que la sala está vacía y la puerta está cerrada antes de mirarlo. Él camina hacia mí.
- Está tu...-comienza él (Empiezo a alcanzar el lado de su cabeza)
- ¡Lo hiciste a propósito! - le grito
- Sí, lo hice - dice en voz baja - Y deberías darme las gracias por ayudarte. (Quiero explicarle lo de Eric y cuánto daño me quiere hacer y a cualquiera que signifique remotamente algo para mí, o como sé de donde viene su fuerza y quería recordarle, pero no me da la oportunidad)
Aprieto los dientes - ¿Gracias? Casi me apuñalas la oreja y pasaste todo el tiempo burlandote de mí ¿Por qué debo darte las gracias? (¿Burlándome? Le frunzo el ceño.)
- ¡Sabes, estoy un poco cansado para esperar a que lo captes!
- Captarlo? ¿Captar qué? ¿Que querías demostrarle a Eric lo duro que eres? ¿Que eres sádico igual que él? (La acusación me hace sentirme frío. ¿Ella piensa que soy como Eric? ¿Piensa que quiero impresionarlo?)
- Yo no soy sádico.(Me acerco a ella y repentinamente me siento nervioso, como si me estuvieran clavando algo en el pecho)- él no grita. Me gustaría que gritara. Eso me asustaría menos. Inclina su cara a la mía, lo que me recuerda a los centímetros de distancia que estaba del ataque de los colmillos del perro en la prueba de aptitud, y dice: Si yo quisiera hacerte daño ¿No crees que ya lo habría hecho? (La tengo lo suficiente cerca para tocarla, pero si ella piensa que soy como Eric, eso nunca sucederá. Por supuesto que piensa que soy como Eric. Acabo de lanzarle cuchillos a su cabeza. Lo he arruinado. Permanentemente. Tengo que salir. Cruzo la sala y,en el último segundo antes de dar un portazo, empujo la punta del cuchillo en la mesa)
Cruza la habitación y golpea la punta de un cuchillo tan fuerte en la mesa que queda parado ahí mirando hacia el techo.
Escucho su grito frustrado desde la esquina, y me detengo, me agacho con mi espalda contra la pared. Antes de que ella llegara, todo lo retenía dentro de mí, y cada mañana, sólo me movía hasta la noche. Pensé en irme, había decidido irme, ser un Sin Facción, después de esta clase de Iniciados estaba terminado. Pero luego, ella llegó aquí y era justo como yo, omitiendo su ropa gris pero sin realmente omitirlo, realmente nunca omitiéndolas por completo, porque esa es la más fuerte armadura que podemos usar.
Y ahora ella me odia y ni siquiera puedo dejar Intrepidez para unirme a los Sin Facción, como lo iba a hacer, porque Eric tiene su ojo puesto en ella, de la misma manera en que tenía su ojo puesto en Amar el año pasado, poco antes de aparecer muerto en el pavimento cerca de las vías del tren. Todos los Divergente terminan muertos excepto yo, por mi golpe de suerte en los resultados en mi prueba de aptitud, y si Eric la está vigilando, es probable que también sea una.
Mis pensamientos regresan a la noche anterior, como tocarla envió un sentimiento de calidez en mi mano y a través del resto de mí, a pesar de que estaba congelado por el miedo. Presiono mis manos contra la cabeza, empujando el recuerdo lejos.
No me puedo ir ahora. Ella me gusta demasiado. Ahí, lo he dicho. Pero no lo diré otra vez"

Tris&Four

"Cuatro se pasea por la multitud de los Iniciados, nos mira a medida que avanzamos a través de los movimientos de nuevo. Cuando se detiene frente a mí, mi interior se retuerce como si alguien me estuviese revolviendo con un tenedor. Me mira, sus ojos recorriendo mi cuerpo desde la cabeza hasta los pies, no persistiendo en ningún lugar, una mirada práctica y científica.
- No tienes mucho músculo - dice - lo que significa que es mejor que uses rodillas y codos. Puedes poner más detrás de ellos.
De pronto presiona una mano en mi estómago. Sus dedos son tan largos que, aunque el talón de su mano toca una parte de mi caja torácica, las yemas de sus dedos tocan la del otro lado. Mi corazón late tan fuerte que mi pecho duele, y lo miro fijamente con los ojos abiertos.
- Nunca te olvides de mantener la tensión aquí - dice en voz baja.

Cuatro saca la mano y sigue caminando. Siento la presión de la palma de su mano, incluso después de que haya desaparecido. Es extraño, pero tengo que parar y respirar unos segundos antes de poder seguir practicando nuevamente."


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                        # If i could then i would, i'll go wherever you will go ♫